Han pasado ya varios años de mi primera
entrada, y puedo recordar cada momento que pasé en tal fecha. Es increíble cómo
cambia todo, y cuán rápido pasa el tiempo.
Cosas, lugares, personas, que ya no
están, que han cambiado.
Siempre he pensado que todo lo que
sucede en la vida tiene un propósito; obrar
para bien. Hay que dejar que las cosas sigan su curso, ya que veces
entorpecemos los planes de Dios con nuestras propias decisiones, y luego nos
lamentamos de lo sucedido.
Necesitamos aprender a no vivir de
problemas, si no de alegrías.
Siempre podemos tomar una buena
enseñanza de algún momento difícil de nuestra vida, además hay tantas cosas por
las cuales ser feliz… ¿Te has dado cuenta alguna vez de lo hermoso que es el
cielo? El mar azul, una playa de noche, un campo lleno de flores, la lluvia
para dormir, un atardecer de verano, la inocencia de los niños, la sonrisa de
tus padres, la ternura de tus abuelos, el amor de tu pareja, el abrazo de una
persona amada, La fidelidad de DIOS… Hay
infinidades de cosas por las cuales puedes tomarte un segundo para sonreír, y
reflexionar que no todo es tan malo en la vida, nosotros somos los que no
valoramos las cosas hermosas que vivimos.
Lo bueno de ser feliz, es que les puedes
contagiar tu alegría a las demás personas, es la única “enfermedad” que no es
mortal, si no que al contrario te concede más calidad de vida.
Hoy, hay nuevas cosas, lugares, personas que sí
están, y que me gustaría que estén por mucho tiempo más. Pero sé que cada cosa
tiene su tiempo, y todo pasará siempre, por mi propio bien.
“Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo”
(Eclesiastés 3:1)